Fotografía de los ojos de animales nocturnos tomada por el narrador
Austerlitz es una novela escrito por W. G. Sebald sobre la recuperación de la memoria histórica y personal, primero a través de mirar y luego a través de hablar.
Desde el principio, Austerlitz se trata del acto de mirar y pensar en lo que los objetos y las estructuras por los que caminamos todos los días nos dicen sobre la historia, y cómo nos ha moldeado a nosotros y a los lugares en los que vivimos en maneras de las cuales tal vez no somos conscientes. En la novela, el narrador y Austerlitz se encuentran repetidamente en los mismos lugares mientras ambos deambulan por Europa por separado, mirando edificios y obras de arte, de una manera que se parece a lo que hacen muchos turistas, pero no lo es. El narrador dice que sus excursiones las realiza como "viajes de estudio", pero también "por otras razones que nunca me quedaron del todo claras". Crece una relación entre Austerlitz y él ya que a menudo se encuentran contemplando las mismas cosas en los mismos lugares. Al observar animales nocturnos en un zoológico, el narrador señala que tienen "ojos muy grandes, y una mirada fija e inquisitiva como ciertos pintores y filósofos que buscan penetrar la oscuridad que nos rodea, únicamente a través de la mirada y el pensamiento". En sus viajes, el narrador y Austerlitz notan la gran cantidad de estructuras fortificadas en Europa que evidencian una cultura interminable de guerra y agresión a lo largo de innumerables siglos. Y vean la iconografía de edificios grandes y opulentos que celebran descaradamente el colonialismo y el imperialismo. Son vestigios del pasado todavía visibles para quienes estén dispuestos a verlas, historias que no siempre nos enseñan en la escuela, ni se transmiten en las familias.
Otro libro de Sebald, Sobre la historia natural de la destrucción, atribuye la dificultad de contar algunas historias colectivas a la represión de experiencias traumáticas y a la incapacidad de los sobrevivientes para procesarlas y encontrar palabras adecuadas para describir cosas tan inconcebibles que simplemente las ignoran y continuan como si todo fuera igual que antes. Este fue el caso de la respuesta alemana al final devastador de la Segunda Guerra Mundial cuando las fuerzas aliadas bombardearon 131 ciudades alemanas, destruyendo por completo muchas de ellas, matando a 600.000 personas, más del doble del número de estadounidenses muertos, y dejando siete y medio millones de personas sin hogar. Sebald atribuye el hecho de que se haya dicho o escrito tan poco sobre esto en Alemania a la incapacidad de los sobrevivientes para encontrar las palabras para hablar sobre el impacto de experimentar, en cuestión de segundos, la aniquilación completa de sus ciudades y la pérdida. de sus hogares, amigos y familiares.
Sin los lugares y las personas con las que compartimos recuerdos, sin imágenes y sin palabras, es difícil recordar, fijar eventos en la memoria, y compilar un conjunto de recuerdos que juntos constituyen una identidad. Esta es la difícil situación de Austerlitz, un hombre atormentado por recuerdos semienterrados de una primera infancia en una ciudad lejos de donde se crió, una vida y una identidad inaccesibles porque nunca se habla de ellas. Buscando pistas en el paisaje europeo, Austerlitz documenta en sus fotografías las historias europeas enterradas que descubre mientras atraviesa el continente. Pero solo es capaz de recuperar sus recuerdos personales y encontrar su propio lugar en este paisaje, a través de palabras. El momento cuando esto sucede es cuando encuentra finalmente a Vera, su antigua niñera, que vive en Praga, en el apartamento en el que había vivido cuando era niño. Cuando ella le abre la puerta, lo reconoce y le habla en francés, el idioma de su infancia. Esto desencadena en ambos una respuesta emocional que hace que se desbloquee la memoria de Austerlitz. Los dos se abracen, se sientan juntos, y comienzan a contar sus historias.
A lo largo de esta novela aparecen fotografías que documentan las cosas y las personas que Austerlitz está buscando o tratando de comprender. Sin embargo no aparece ninguna de Vera, aunque ella, sí, le muestra fotografías de otras personas y otros lugares. Esto se debe a que, en la casa de su infancia, todavía amueblada exactamente como había sido cuando él vivía allí de niño, la inmediatez de la persona y el lugar, y las palabras pronunciadas, hacen que las imágenes visuales sean innecesarias.
Gracias por compartir sobre esta novela y tu reseña. Quiero leerla pues es tan interesante el tema de la memoria. Saludos.